A Journey Toward Sustainability and Creativity
Mi nombre es Elena, nací en Barcelona y después de unos años viviendo en distintos países, la maternidad me llevó a alejarme de la ciudad y a replantearme mis prioridades. Desde bien pequeña me ha llamado mucho la atención la ecología, aún recuerdo cuando mi padre me llevó a ver el barco de Greenpeace que estaba amarrado en el puerto de Barcelona, yo debía tener unos 10 años, me impactó profundamente, sentí que mi camino era en esa dirección.
Con el paso de los años ese interés fue en aumento, me inspira intentar vivir de una manera más equilibrada con el medio ambiente, mi sueño es vivir de una manera autosuficiente y conectada con la naturaleza. De momento, aspiro a ir dando pasos para aproximarme al máximo a ese objetivo.
Uno de mis pasos hacía una vida más sostenible fue plantearme el envoltorio de los regalos, después de un día de Reyes, me horrorizó ver los contenedores llenos de papeles de envolver que habían tenido una vida bastante corta, ¿Cuánto rato pasa entre que una persona (sobretodo una criatura) ve un regalo y lo abre? ¿Llega a un minuto? Ahí empezó mi búsqueda por opciones para envolver más sostenible: desde reciclar papel, reutilizar envoltorios (con la dificultad de abrir el regalo con mucho cuidado, bastante complicado con niños) hasta que encontré la técnica japonesa Furoshiki, me enamoré al instante.
En sus orígenes, los japoneses la usaban para dejar la ropa recogida mientras accedían a los baños públicos, esta tradición evolucionó; ahora envuelven regalos con telas usando distintas técnicas con nudos, la tela que envuelve es también considerada parte del regalo. Este arte de envolver resonó con mi idea de un mundo más sostenible.
Pero descubrí que la industria textil es la segunda más contaminantes del planeta, ¿cómo hacer sostenible está posibilidad? Después de algunas búsquedas descartadas, recordé las famosas tres R (reducir, reciclar, reutilizar), mi idea inicial fue usar tela reciclada. Pero las empresas de telas recicladas trabajaban normalmente con empresas muy grandes, además también suponían un gran coste energético y de recursos hídricos. Entonces se iluminó mi cara, REUTILIZAR era mi camino, volver a usar telas para crear otro producto, TRANSFORMAR.
Así que este es mi plan, transformar telas que ya existen y ya no tienen uso en telas estilo Furoshiki para envolver regalos (yo llevo 5 años sin usar papel de envolver), recuperar esa tela como un recurso que no podemos desaprovechar y darle una nueva vida. La tela, después de un simple proceso (cortar y coser), va a poder ser usada muchísimas veces; y con los retales sobrantes tengo intención de crear otros productos. Me motiva pensar que con mis acciones puedo inspirar a otras personas a reducir los residuos que generamos y tener una vida un poco más sostenible, que cuide el planeta donde vivimos todas.
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